domingo, 19 de junio de 2011

Para ella!

¡Qué extraña y exótica sonaste en mi cabeza aquélla primera vez!

Tan misteriosa, tan peligrosa... Si, peligrosa sería la palabra exacta.

Tantas personas te temían que te observé, desde la distancia, con

prudencia y reserva. Tantas voces se proclamaban en tu contra...

Infundías tanto miedo en tanta gente... Me avergüenza pensar que

llegué a repudiarte, o a alzar comentarios contra ti. Me sonroja ahora

mismo verme en aquella época a mí, de esa guisa. Sin embargo

forma parte de mi pasado, mis años mozos. Cabeza loca.

Me rondó otra. Y caí, presa de sus encantos. Con ella todo parecía

tan fácil... Y la gente tampoco hablaba mal de ella. Estaba bien

posicionada, pese a que pretendía dar un aspecto desaliñado. La

gente me sonreía entusiasmado cuando conocían mi nueva

compañía. Hasta que la conocí. Al principio no me asusté tanto al

conocer sus secretos. Todos cometemos errores, ¿No? Aunque más

tarde, escapé, ahuyentado. No sabía a dónde ir, qué hacer con mi

vida. La confusión golpeaba mi sien. ¿Qué hacer? ¿A quién acudir?

Me sentí desamparadx. Desnudx entre un río de gente. Solx en un

baile donde todxs tienen pareja. Desamparadx. Hundidx.

Y volví a saber de ti. Te volví a conocer. Quizá con mayor recelo,

todavía influidx por la opinión que la gente que tiene de ti. Fui

conociéndote poco a poco. Tu forma perfecta, tu rostro

deslumbrante. Tu maravillosa cabeza. Y empecé a amarte. Otra vez

volvía a tener pareja de baile. Me proporcionaste un bañador para

nadar entre esa marea de gente. Me diste alas. Aquella felicidad que

me proporcionaste entonces, ese calor... que todavía hoy perdura. Y

que espero no se enfríe. No sólo has dado sentido a mi vida. Has

hecho que gran parte de las cosas que he hecho o pensado hasta

ahora cobren sentido. Te amo. Te quiero. No contemplo una vida sin

ti. La sola idea de abandonarte hace que me entren escalofríos. Daría

la vida por ti. Daré la vida por ti. Sueño con un mundo, lxs dos,

viendo el amanecer. Contemplando las estrellas, pasando frío un día

de invierno o mojándonos bajo la lluvia. Y contemplarte. Sentir que

te amo y que no puedo vivir sin ti. Y ser feliz al saber que tú si que

puedes hacerlo sin mí. Eres lo que me da fuerza en momentos de

flaqueza. Aquella razón por la que me levanto por las mañanas, y lo

que sueño cuando me acuesto. A lo que aspiro, y por lo que suspiro.

Y nunca me cansaré de decirte que te amo... anarquía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario